REVISTA DIGITAL EDUCATIVA

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jueves, 24 de mayo de 2018

Cuánto, cómo y cuándo debe jugar tu hijo a videojuegos, según la neurociencia

Cuánto, cómo y cuándo debe jugar tu hijo a videojuegos, según la neurociencia


La palabra e-sport cada vez aparece más en los medios de comunicación. Se trata de competiciones de videojuegos en las que participa un solo jugador o multijugador. Es decir, el jugador contra la máquina o contra otros jugadores, ya sea en una misma localización o a través de internet, con un jugador en Singapur y otro en Albacete, por ejemplo. Existen, de hecho, canales de televisión que retransmiten partidas de e-sport con narradores y comentaristas, como si se tratara de un partido de fútbol. Es más, ya no es tan llamativo que un club e-sport fiche a un jugador, de tan solo 18 años, por 200.000 euros al año. O que en un torneo se repartan premios por valor de 18 millones de euros. Es un negocio boyante, lo que significa que tiene su público y que además va a pagar por ello.
Sin embargo, para los apocalípticos, los videojuegos son poco menos que un colorido y luminoso demonio que anuncia el fin de la edad de oro. Tanto que hay voces que alertan sobre los peligros inherentes a los videojuegos, desde una posible adicción a un aumento de la violencia. Sin embargo, prohibir o evitar que los niños jueguen con dispositivos electrónicos no tiene sentido alguno, como tampoco lo tiene evitar que, a una determinada edad, nuestros hijos tengan un teléfono móvil. Al contrario, si el niño no participa de ese entretenimiento, será considerado raro por los demás y en algunos casos será rechazado. Nuestros esfuerzos, como padres y educadores, deben dirigirse a aconsejar e influir a qué, cuánto, cuándo y cómo juegan. Dicho de otro modo, debemos ser realistas.
Antes de nada, conviene recordar que los videojuegos son un tipo más de juegos y que nunca deben ser el único modo de juego del niño, ni siquiera al que dediquen más tiempo. 
Desde el punto de vista del entorno donde hemos evolucionado como especie, el mejor juego es el que se produce en el exterior, moviéndose y en grupos de niños de diferentes edades. El juego es el mejor medio para aprender destreza y habilidades cognitivas de todo tipo incluidas las sociales.
El videojuego no es un juego de azar, donde la suerte es el componente fundamental. Aunque a veces la suerte influye -como en cualquier aspecto de la vida-, lo que más cuenta es la habilidad del jugador para desarrollar una estrategia con la que superar los retos que se le presentan. Estas habilidades pueden ser muy complejas, hasta el punto de que muchas grandes compañías, como IBM, han llegado a buscar a sus líderes entre los mejores jugadores de ciertos tipos de videojuegos
Cuándo deben jugar
En general, podemos establecer dos reglas básicas:
  1. Cuando se va el sol, el cerebro, que sigue un ritmo circadiano, pone en marcha un mecanismo para la producción de melatonina, una hormona que favorece el sueño. La luz azul de los dispositivos electrónicos puede alterar este proceso. Por lo tanto, desde ese momento, el acceso, ya sea para jugar o para ver cualquier tipo de contenido, debe hacerse con filtros de luz azul o activando el modo noche para que la pantalla se vea con tonos anaranjados y luz más débil.
  2. Después de cenar y en el periodo previo a irse a dormir, no se debe jugar, pues se estimula el cerebro y por lo tanto el cuerpo, lo cual va en contra del proceso fisiológico del sueño. De hecho, esa estimulación puede aumentar la producción de la hormona cortisol, que nos prepara para la acción.

Cuánto deben jugar

Como ya se ha dicho, siempre debemos dar preferencia al juego al aire libre. Si los niños realizan este tipo de juegos con normalidad, no debería preocuparnos que jueguen con videojuegos en otros momentos.
De 3 a 12 años, lo recomendable es dejar jugar a los niños entre una y dos horas máximo al día, sobre todo durante los fines de semana. Al menos eso es lo que recomienda la Asociación Pediátrica Americana. Ahora bien, a partir de esa edad el límite dos horas será ciertamente complicado de mantener. Por todo ello, es necesario poner normas en cuanto a que días y horas se puede jugar. Y no romperlas.
Por eso, algo muy importante es cómo conseguimos que los niños dejen de jugar. Lo mejor es establecer un tiempo con anterioridad y asegurarnos de que nuestros hijos lo han entendido. De esta forma, hay que avisar con unos minutos de antelación para que guarden la partida o la acaben de la mejor manera posible. Eso sí, una vez llegado el momento de cortar, hay que ser tajantes. Insistimos: no vale titubear.

A qué deben jugar

A la hora de comprar un videojuego, hay que tener en cuenta su clasificación según el contenido. Al igual que las películas, los videojuegos tienen marcada cuál es la edad mínima para poder jugarlo. 
Antes de los 3 años los niños no muestran interés por los videojuegos, ya que no disponen de las habilidades cognitivas suficientes. Su interacción con ordenadores, tablets y móviles son para ver contenido de video, como dibujos animados, películas infantiles o incluso algo tan insólito como contemplar a una niña abrir cincuenta huevos sorpresa seguidos.
Sin embargo, existen multitud de juegos adecuados para niños a partir de 3 años. En ellos se premia su imaginación y habilidad, a la vez que pueden mejorar ciertas habilidades cognitivas en su desarrollo. Por ejemplo, en 2012, un estudio con niños entre 3 y 7 años que habían usado la aplicación Martha Speaks Dog Party durante 15 días seguidos, constató un aumento del vocabulario en un 31 por ciento de los participantes.
Nuestra recomendación son juegos donde el objetivo sea construir cosas sencillas, identificar animales o desarrollar habilidades de lecto-escritura, ya que a esa edad empiezan con ese aprendizaje en la escuela. Suelen ser, además, juegos que no necesitan continuidad, ya que los niños a esas edades suelen cansarse y aburrirse rápido por su capacidad limitada de mantener la atención o elaborar razonamientos complejos sobre estrategias del juego. Y algo muy importante: es recomendable que los padres jueguen con los niños.
Dado que a partir de los 7 años los niños son más autónomos y con más habilidades cognitivas, los juegos tienen una mayor más dificultad, lo cual exige el desarrollo de estrategias de mayor nivel. Por lo tanto, los niños ya pueden “engancharse” con más facilidad, así que debemos estar atentos a los límites de tiempo.
Existen juegos recomendables de construcción, como Minecraft en su versión educativa o Lego Worlds. Son juegos muy libres, donde se puede hacer cualquier tipo de construcción, lo que fomenta la imaginación.
También son recomendables juegos de tipo plataforma, como Crash Bandicoot o Ratchet & Clank, donde un personaje tipo comic supera retos en un mundo imaginario. En estos juegos cuentan la habilidad y la rapidez más que en los juegos puros de estrategia. Asimismo, los niños ya empiezan a utilizar simuladores deportivos tipo FIFA o Fórmula 1, que en su nivel fácil son bastante entretenidos y pueden jugarse en familia.

A partir de los 12 años

A partir de los 12 años el niño ya es capaz de sostener la atención y concentrarse mucho tiempo, así que puede adentrarse en juegos de alto nivel, tanto de habilidad como estrategia. De hecho, resulta bastante sorprendente el nivel de destreza que pueden desarrollar en su interacción con la máquina. Y también bastante desalentador para nosotros cuando jugamos con ellos.
Para estas edades destacan juegos como Civilization y Sim City, donde se pueden construir ciudades y manejar recursos, esto es, elaborar estrategias más o menos complicadas para prosperar en un mundo virtual. Estos juegos pueden llegar a tener niveles de dificultad extraordinarios, donde el jugador debe prestar atención para mantener más de cien variables.
Hay, asimismo, aventuras gráficas que son divertidas y entrañan dificultad, como la serie de Zelda, donde, aparte de recorrer mundos más o menos imaginarios, hay que resolver enigmas y encontrar objetos valiosos, con luchas adaptadas al mundo infantil. También existen juegos de lucha con violencia limitada y en tono humorístico, como Overwatch.
Pero sin duda es la edad de los simuladores deportivos, donde el rey indiscutible es la serie Fifa, tanto en versión jugador contra la máquina como jugadores contra otros jugadores. Estos juegos tienen el aliciente que pueden jugarse en familia o con otros niños. Es más, así son mucho más divertidos.

Con más de 14 años

A partir de 14 o 15 años aparece inevitablemente la preferencia hacia juegos tipo MMO en línea (Juegos multijugador en línea cooperativos), donde se juntan jugadores de todo el mundo con avatares virtuales en misiones que pueden llegar a tener una complejidad muy elevada. El rey indiscutible es World of Warcraft(abreviadamente WOW) con más de 10 millones de suscriptores en el mundo. Se puede, individual o colectivamente, hacer equipos, construir ciudades o luchar contra los equipos rivales…
El problema principal a partir de los 14 años es que los videojuegos pueden restar tiempo a otras actividades, como el estudio, el deporte o la interacción familiar. En los adolescentes es mucho más difícil imponer una disciplina, así que lo recomendable es, por ejemplo, ofrecer alternativas de diversión al aire libre, tanto con amigos como dentro de la familia. Es decir, el niño es quien debe encontrar en las actividades alternativas un placer mayor que el de estar frente a una pantalla. Esa labor es familiar, escolar y, en general, del entorno que rodea al niño. Y no es fácil. Exige tiempo y esfuerzo.
El sentido común, pues, deberá prevalecer en nuestra relación con niños y videojuegos. No hay otra fórmula.
Asimismo, juegos más o menos violentos -a menudo los que más gustan a partir de los 14 años- no hacen niños más violentos o producen comportamientos antisociales. Al contrario, lo más frecuente es que un entorno familiar y social inadecuado o desestructurado pueda provocar que el niño se refugie en el videojuego para evadirse, sea más un efecto que una causa.
La mayoría de videojuegos son online y pueden conectarse a través de internet con otros jugadores. Se puede interactuar con ellos de múltiples maneras. Muchas son beneficiosas, pues sirven para jugar en cooperación y así aprender o desarrollar estrategias. Otras, en cambio, son perjudiciales, como retroalimentarse con otros jugadores para jugar más tiempo, aprender un lenguaje inapropiado o incluso crear una relación que va más allá del juego con alguien que no se sabe quién es. Por lo tanto, debemos vigilar con quién juega nuestro hijo y cómo lo hace.
Seamos claros: los videojuegos en dispositivos móviles, consolas y ordenadores son una realidad que manejan miles de millones de euros en un mundo cada vez más tecnológico. Y a los niños les encantan. Al igual que el cine o la televisión, no son perjudiciales por sí mismos, sino del uso que hacemos de ellos, de la misma forma que un cuchillo sirve para cortar la carne o para atracar gasolineras. El sentido común, pues, deberá prevalecer en nuestra relación con niños y videojuegos. No hay otra fórmula.
Fuente: Elpais.com









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sábado, 28 de abril de 2018

¿Existe una receta secreta para el éxito educativo?

¿Existe una receta secreta para el éxito educativo?


Medalla de oro en comprensión lectora y tercer y cuarto puestos en conocimiento científico y matemático, respectivamente. Estos fueron en el año 2000 los impecables resultados de Finlandia en el ranking de los 30 países participantes de PISA, el programa internacional para la evaluación de estudiantes. Las marcas en esta prueba suelen interpretarse como la medida del rendimiento escolar de cada país frente a los demás.
Desde entonces, cada vez que surge un debate sobre resultados escolares, alguien cita a Finlandia como el modelo a seguir. Sin embargo, con las mismas políticas educativas –menos deberes, menos exámenes y más atención a las preferencias del alumno–, en los últimos años Finlandia ha descendido al quinto y cuarto puesto en aptitudes científicas y lectoras y a la duodécima posición en matemáticas. Entonces, ¿existe o no una fórmula que garantice una educación de calidad?
Las evaluaciones educativas a gran escala (ILSA, por sus siglas en inglés) como el citado informe PISA, el Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS) o el Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS), marcan las políticas de educación globales y nacionales.
Los medios de comunicación dan especial importancia a los resultados obtenidos por su propio país y comparan su puesto en el ranking final con las posiciones más altas. En ocasiones, la diferencia es tan alarmante que obliga a los responsables políticos a buscar la ‘receta secreta’ de los países de mayor rendimiento académico, haciendo análisis de variables como la cobertura y precisión del temario en los libros de texto, la formación del profesorado o los métodos de enseñanza.
Sin embargo, según un artículo publicado en Science por Judith Singer, investigadora de la Universidad de Harvard, y Henry Braun, director del Boston College, la obsesión por estos rankings y los intentos por mejorar imitando a otros países no solo lleva a tomar medidas erróneas, sino a prestar menor atención a usos que sí pueden ser constructivos.

La obsesión por los rankings de evaluación educativa lleva a hacer malas interpretaciones de ellos y a tomar medidas políticas erróneas. (Foto: Adobe Photostock).
“PISA no es un ranking. A pesar de que sea así como se presentan los resultados, no es una mera clasificación”, confirma a Sinc José Saturnino Martínez, experto en evaluación y políticas educativas, y profesor de Sociología en la Universidad de la Laguna. “Decir que España está en el puesto 25 de entre todos los países de PISA no informa sobre nada”.
Y lo aclara con este ejemplo: “Pongamos el caso de una empresa y un ranking de trabajadores según su salario. No es lo mismo la diferencia entre el primero y el segundo si cobran 10.000 y 1.000 euros que si cobran 1.200 y 1.000”, explica Martínez. En PISA, lo importante no es la posición, sino la distancia que separa a unos de otros.
Factores del éxito asiático
La puntuación matemática más alta en el informe PISA 2012 la obtuvieron Shanghái, Singapur, Hong Kong, Taiwán, Corea del sur, Macao y Japón. Sin embargo, antes de abrazar cualquiera de las características de su sistema educativo, deben tenerse en cuenta algunas realidades sobre el este asiático. El nuevo artículo de Science aporta datos para este análisis.
China, hasta hace algunos años, no permitía inscribirse en colegios urbanos a los estudiantes que no procedían de la ciudad, lo que excluía, según la OCDE, al 27% de los estudiantes de 15 años.
Por otro lado, en países como Corea, aproximadamente la mitad de los estudiantes participantes de PISA habían recibido tutorías privadas de cara a la preparación de los exámenes de 2012. Este tipo de gastos añadió un 2,6% del PIB a la contribución gubernamental a la educación, que es del 3,5%. Los firmantes del artículo, Singer y Braun, concluyen que, en parte, sus resultados no se deberían a los sistemas de educación pública, sino a la inversión privada.
Añaden que los resultados de ciudades como Shanghái, ciudades-estado como Singapur, o de países con un sistema de educación nacional como Francia, no se pueden comparar con países de sistemas descentralizados, como EE UU, Canadá o Alemania. Para estos últimos, los resúmenes nacionales ocultan la heterogeneidad de las políticas y prácticas del país.
La presión a la que son sometidos los jóvenes de Asia a la hora de afrontar las evaluaciones internacionales puede incluso perjudicarles. “Es cierto que en el rendimiento sobre contenidos los tigres asiáticos están en cabeza”, admite Luis Rico, catedrático de Didáctica de las Matemáticas de la Universidad de Granada. “Pero presentan una actitud mucho más negativa hacia las matemáticas y mayor rechazo que los alumnos europeos y los españoles en particular”.
PISA es una prueba que mide el rendimiento de jóvenes de 15 años matriculados en una institución educativa a tiempo completo. “Se tienen en cuenta las pruebas de todos los estudiantes seleccionados para su realización, independientemente del centro en el que estén matriculados o que sean alumnos repetidores”, aclara a Sinc Onofre Monzó, presidente de la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas (FESPM).
En España la tasa de fracaso escolar es alta y muchos jóvenes realizan los controles de PISA en grupos que, por edad, no les corresponden. “Si en este tipo de pruebas no se contabilizase a los alumnos repetidores, evaluando solo a los que estudian el curso que les corresponde, los resultados de España en PISA estarían por encima de la media de la OCDE”, dice Monzó.
Tal y como explica el presidente de la FESPM, en España no existen desigualdades alarmantes entre centros educativos o alumnos, sino que estas proceden del nivel socioeconómico de las familias. Si se analizan los datos de manera aislada, se observa que los hijos de madres científicas, por ejemplo, tienen un nivel excelente.
Según José Saturnino Martínez, pensar que los resultados de las evaluaciones son producto únicamente del sistema educativo es uno de los mayores errores. “Además de la familia, interviene el mercado de trabajo”, aclara. “No es lo mismo crecer en Asia, donde se valoran mucho las pruebas estandarizadas, que en nuestra sociedad, donde no se les da tanta importancia”. Añade que hay países con políticas educativas completamente distintas que tienen resultados parecidos y al revés, lo que demuestra la importancia del contexto.
Lo que plantea la mayor paradoja, según el experto, es la diferencia interna de cada país. “Si queremos hacer política comparada, hay que comparar regiones”, reclama. En estados con políticas regionales como España, Italia o Alemania, la diversidad dentro de cada país es tan grande como la que existe entre distintos países. El sistema educativo de Castilla y León se parece más al canario que el sistema español al finlandés, ejemplifica Martínez. Sin embargo, Castilla y León tiene resultados como los de Finlandia, mientras que los de Canarias son mucho peores.
La interpretación aislada de los resultados tiene consecuencias directas sobre lo que se enseña en clase. “Si todo el mundo insiste sobre lo importante que es quedar bien en el test, la repercusión en los institutos se nota. Países como España o México ya se centran en entrenar a los alumnos los meses previos a abril, que es cuando suelen realizarse estos exámenes, dejando de lado el itinerario formativo”, advierte Martínez.
A muchos especialistas en políticas educativas como él les preocupan los usos erróneos de las cifras y sus efectos sobre la opinión pública: “Este debate está siendo monopolizado por una lectura economista-cuantitativa bastante miope que aplica modelos estadísticos y, en función de los parámetros que resultan, hace recomendaciones políticas”, denuncia el experto.
“Esto es un error gravísimo. Imagina que se plantea qué es mejor para un animal, si vivir en la tierra o bajo el agua, y se seleccionan animales de forma aleatoria: arenque, cangrejo, conejo, pájaro y delfín. No tiene ningún sentido concluir que, como para la mayoría el agua es el medio idóneo, lo será para el resto”, explica.
Nadie pone en duda la validez de las evaluaciones como PISA, sino su mala divulgación. Según Pablo Sayans-Jiménez, miembro del grupo de Estudios Psicosociales y Metodológicos de la Universidad de Almería, una cosa es la precisión de las herramientas de medida y otra cosa es que la interpretación de las puntuaciones sea adecuada y capaz de explicar de forma objetiva las diferencias en el rendimiento del alumnado.
“Evaluaciones como PISA son de las más precisas que pueden encontrarse en cualquier tipo de prueba educativa, pero garantizar la validez de la interpretación que se hace sobre las puntuaciones puede ser más complejo y depender, a su vez, de la forma en la que se usen estas interpretaciones”, concluye.
Martínez coincide en que este tipo de evaluaciones educativas internacionales son útiles para tener datos esquematizados y comparables entre países. Este es el primer paso para llevar a cabo estudios comparados y diseñar herramientas que permitan  estudiar las diferencias dentro, incluso, de un mismo país.
“Yo soy un gran defensor de las herramientas cuantitativas, llevo veinte años comiendo de ellas –bromea– pero por eso mismo también opino que son un primer paso, sustancial e importante. El problema es cuando este primer paso anula al resto, generando este tipo de informes y lecturas”.
En definitiva, la posición en un ranking no refleja el rendimiento de todo un sistema educativo y, mucho menos, del todo el alumnado de un país. El recurrente comodín finlandés en las conversaciones sobre educación debería tener las horas contadas.
Fuente: SINC










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sábado, 14 de abril de 2018

¿Hay diferencia entre el cerebro de las niñas y el de los niños?

¿Hay diferencia entre el cerebro de las niñas y el de los niños?



La otra noche mi hija Elise, de dos años y medio, no quería ir a dormir porque quería compartir cómo fue su día. Me contó sobre el jardín, la visita al supermercado, lo que hizo su hermano al volver de la escuela, sobre sus amigas y el cumpleaños de su cuidadora. Al día siguiente, Lautaro, el compañerito de Elise, también de dos años y medio, estaba visitando mi casa y cuando le pregunté “¿Cómo estás?”, solo dijo “bien” y dio la vuelta para ir a jugar. Esta diferencia en la cantidad de lenguaje usado por niños y niñas y su desarrollo socio-emocional es el centro de una amplia discusión en la literatura económica sobre las diferencias de sexo en la adquisición del lenguaje y el desarrollo de habilidades sociales; que también se ha visto en los medios.
Por ejemplo, un estudio de 2011 encontró que las niñas tienden a hablar y desarrollar habilidades socio-emocionales antes que los niños. Algunos científicos afirman que las diferencias sexuales son el resultado de desarrollos evolutivos y procesos biológicos.
Sin embargo, otros científicos han notado que las madres -y muchas otras personas- usan un lenguaje diferente al hablar a los niños y a las niñas. Por ejemplo, cuando un niño pregunta por algo que él no puede tener, es más probable que la mamá diga “no”. Sin embargo, es más probable que diga “¿por qué no intentas esto en su lugar?” si fuera una niña.
¿Cuándo empiezan a verse estas diferencias?
El cerebro de los niños muy pequeños es muy maleable, es decir, se adapta constantemente según lo que ve en el mundo, entonces este comportamiento social debe resultar en diferencias entre los dos sexos. Los científicos son muy conscientes de que la naturaleza y la estimulación juegan un papel importante. Sin embargo, decir cuánto contribuye cada uno a las diferencias es una cuestión de debate. Uno tendría que observar muchos casos en que a los niños se les habla “como niñas”, y casos en que a las niñas se les habla “como niños”, para saber con toda certeza.
Encontramos que las mujeres tenían una ventaja significativa en todas las áreas en ambos países. Además, pudimos confirmar por primera vez que existe una brecha significativa entre los niños y niñas pequeños y creemos que esto fue debido a que nuestra muestra fue lo suficientemente grande como para poder estimar esta brecha.
En nuestro estudio, también tratamos de explicar estas diferencias en términos de características familiares, prácticas parentales, inversiones en salud, ubicación geográfica y diferencias culturales. Sin embargo, encontramos que ninguna de estas dimensiones explicaba dicha brecha.
Un punto a destacar es que los niños y niñas a edad temprana no actúan de manera “femenina” o “masculina”. Ellos internalizan los roles de género más adelante en la vida, recién a partir de los 5 años. Como resultado, descartamos que las pruebas capturaran comportamientos de los niños asociados a expectativas de género. Es decir, es probable que Lautaro alcance a Elise en su vocabulario en su adolescencia. De hecho, nuestro estudio no concluye la investigación en el tema. Simplemente es una contribución a un conjunto más amplio de pruebas.


La diferencia es cerebral
Existe evidencia científica que prueba que las diferencias en la arquitectura (wiring) cerebral son las que están detrás de algunas de las variaciones en las habilidades cognitivas masculinas y femeninas. Se cree que los lados izquierdo y derecho del cerebro, en particular, se especializan en el pensamiento lógico e intuitivo respectivamente.
Los investigadores dicen que el entrecruzamiento entre ambos lados del cerebro en las mujeres, sugerido por los diagramas de cableado, ayuda a explicar su mejor memoria, habilidad social y capacidad de multitareas (o multitasking), todos los cuales se benefician de los hemisferios colaborando. En los hombres, por el contrario, los vínculos dentro del hemisferio les permiten centrarse en cosas que no necesitan insumos complejos de ambos hemisferios. De ahí la manía por una sola actividad o “monomanía”.
Creemos que nuestro estudio es solo un modesto primer paso, pero la identificación de factores biológicos y ambientales es aun necesaria para informar si las políticas públicas dirigidas a la primera infancia deben adaptarse por sexo para asegurar la igualdad de oportunidades.
Fuente: Florencia López-Boo y Rosangela Bando – https://blogs.iadb.org

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miércoles, 28 de febrero de 2018

lunes, 26 de febrero de 2018

El mito del niño superdotado: por qué no existen

El mito del niño superdotado: por qué no existen


¿Existe el talento innato?

Un nuevo libro cuestiona nuestra obsesión por el coeficiente intelectual y asegura que los adultos podemos ayudar a cualquier niño a convertirse en un genio.

Cuando el 15 de julio Maryam Mirzakhani falleció a los 40 años, sus allegados y colegas de profesión hablaban de ella en los medios como un genio. Desde que comenzó a ganar medallas de oro en las Olimpiadas matemáticas durante su adolescencia en Irán, se ha elogiado su intelecto fuera de lo común, el cual le llevó a ser profesora en la Universidad de Standford desde los 31 y la primera (y, de momento, única) mujer en recibir la prestigiosa medalla Fields, el equivalente en matemáticas a un premio Nobel.
Con semejantes logros, sería fácil asumir que alguien tan excepcional como Mirzakhani debería de haber sido uno de esos niños que sobresalen desde la más tierna infancia. De esos que dicen su primera palabra a los seis meses, que hablan con un vocabulario impropio para su edad o que leen novelas a los cinco años. Sin embargo, si indagamos todavía más en la biografía de la matemática, veremos que lo único realmente extraordinario de su infancia fue haber lidiado con la guerra de su país contra Irak.
ALBERT EINSTEIN: “LA MAYORÍA DE LA GENTE DICE QUE EL INTELECTO HACE AL GRAN CIENTÍFICO. ESTÁN EQUIVOCADOS: ES EL CARÁCTER”
Mirzakhani no fue una alumna fuera de lo normal. De hecho, no le interesaban las matemáticas hasta que su hermano le mostró un famoso problema que había descubierto en una revista (en concreto, cómo sumar los números del 1 al 100 en menos de 10 segundos). “Por supuesto, la parte más gratificante en el momento ‘eureka’, la emoción del descubrimiento y el disfrute de entender algo nuevo; esa sensación de estar en la cima de la colina y tener una visión clara. Pero la mayoría de las veces, trabajar en matemáticas es una larga caminata sin una ruta trazada ni un destino a la vista”, aseguró en una entrevista a ‘The Guardian‘. Desde que se topó con la anécdota de Gauss, la curiosidad fue más fuerte que ella y el resto ya es historia.

Al alcance de todos

El ejemplo de Mirzakhani le sirve a las expertas en educación Wendy Berliner y Deborah Eyre en su nuevo libro ‘Great Minds and How to Grow Them‘ (Ed. Routhledge) para argumentar que todos, excepto quizá los discapacitados mentales, podemos alcanzar los estándares asociados a los superdotados. Solo porque no fuiste admitido en la Asociación Española de Egiptología con 11 años, como sí hizo el televisivo niño prodigio Carlos Blanco (hoy un treintañero con tres carreras y dos doctorados), no significa que no puedas alcanzar cotas de lucidez en tu vida adulta.

Las autoras señalan que la infancia ordinaria de la iraní no dista mucho de la de otros “genios” contemporáneos. Hasta el gran paradigma actual de lo que consideramos una persona superdotada, Albert Einstein, no habló hasta los tres años y que ni siquiera pasó el examen de entrada en la Escuela Politécnica de Zúrich (aunque finalmente entró por sus aptitudes en matemáticas y física). Al respecto, el científico escribió: “No es que yo sea inteligente, sino que paso más tiempo con cada problema. La mayoría de la gente dice que el intelecto hace al gran científico. Están equivocados: es el carácter”.
SE LES DEBEN ENSEÑAR LAS ACTITUDES Y ENFOQUES ADECUADOS, ASÍ COMO DESARROLLAR LA CURIOSIDAD, LA PERSISTENCIA Y EL TRABAJO DURO
Berliner y Eyre se basan en una investigación realizada por Lewis Terman, psicólogo educativo estadounidense, realizada en los años 20. En ella se analizaron las vidas de 1.470 californianos que habían sobresalido en las pruebas que determinan el cociente intelectual. Ninguno de ellos llegaron a ser los grandes “genios” que se esperaba que fuesen. Y, para poner la guinda al pastel, dos físicos, Luis Álvarez y William Shockley, que no entraron en el estudio porque su inteligencia no era lo suficientemente alta, llegaron a ganar el premio Nobel.

La práctica produce al experto

Todos, por tanto, podemos alcanzar el estatus de genio. Pero, ¿cómo? Las autoras lo definen como aprendizaje de alto rendimiento, que se debe llevar a cabo tanto en la escuela como en casa: “Se les deben enseñar las actitudes y enfoques adecuados, así como desarrollar atributos como la curiosidad, la persistencia y el trabajo duro”. Si el genio se puede cultivar, la pregunta es obligada: ¿de verdad existe el talento innato?

Anders Ericsson, profesor y psicólogo de la Florida State Univeristy, le ganaron una partida de ajedrez cuando estaba en el colegio. Lo hizo un chaval que solía ser un negado en el juego. Y, desde entonces, se interesó por los efectos de la práctica en cualquier actividad. Hoy es su área de investigación y está convencido de que los talentos innatos no son la base del rendimiento o el éxito en la vida. La práctica es lo que produce al experto, según concluye en su libro ‘Peak: Secrets from the New Science of Expertise‘. Échale 10.000 horas a algo, lo que sea, y emergerá el talento.
A partir de esta premisa, las autoras han desarrollado un enfoque de aprendizaje de alto rendimiento que pronto será presentado a los colegios de Reino Unido. Pero, matizan que para asegurar el éxito generalizado, sin importar clases ni culturas, el sistema debe ser adoptado también por las familias. Han compartido su método en ‘The Guardian’:

Enséñales a pensar bien

  • Si los niños se atascan en algo, pregúntales: “¿Cómo podrías hacerlo?”, “¿has hecho algo similar antes?”, “¿qué hiciste entonces?”. Esto les ayudará a desarrollar sus propias ideas sobre el aprendizaje y les hará menos proclives a tirar la toalla.
  • Una de las características clave es su capacidad para conectar su pensamiento con el mundo más amplio. Pregúntales: “¿Qué pasaría si los ríos se secasen, si todos ignorásemos la ley o si el sol se apagase?”.

Ayúdales a construir su imaginación, vital en este proceso. Por ejemplo, puedes preguntarles cómo pesarían una jirafa, un puente o una estrella.
  • Que desarrollen un pensamiento crítico. Pregúntales: “¿Por qué crees que… los bebés lloran? La capacidad para deducir, plantear hipótesis, razonar y buscar evidencias es probablemente la característica más asociada al éxito académico.
  • Ayúdales a controlar sus progresos. Cuestiónales sobre qué necesitan para hacer algo o cómo pueden saber si lo están haciendo bien.

Enséñales a comportarse bien

  • Confianza intelectual. Si un niño dice que no es bueno en algo, respóndele: “Sé que puedes. Sé que es difícil de hacer ahora, pero sé que puedes aprender a hacerlo si trabajas en ello”.
  • Para que tu hijo o alumno tenga la mente abierta, empieza por ti mismo, sé su ejemplo.
  • Curiosidad. Los niños hacen muchas preguntas si las sueles responder. El deseo de saber más, la curiosidad, es el comienzo de todo aprendizaje. Cuanto más curiosos sean por los porqués y los cómos, mejor les irá en el colegio y en la vida.
  • Practicar es la única manera de ser bueno en algo. Asegúrate de que el niño sea regular, que lo quiera hacer y que siempre intente mejorar.
  • Perseverancia, el comportamiento más importante. Es importante que entiendan qué pasaría si nadie perseverara en su trabajo o en su vida diaria.
Fuente:www.elconfidencial.com
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Artículo original: http://trucosgadgetsblogger.blogspot.pe/2013/10/fuegos-artificiales-en-tu-blog.html © Trucos Gadgets Para Blogger
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